He escrito sobre la dignidad de la mujer y apoyado su causa en el mundo.  Sin embargo, este sábado he descubierto que me faltaba algo muy importante: me faltaba el sentido de trascendencia.

No terminaba de comprender que la dignidad y libertad se da en el Amor más auténtico e incondicional, en ese abrazo del Padre que nos ha creado por y para el Amor.

Por eso, este encuentro de Ein Karem en Toledo me ha cambiado la cabeza y el corazón.

Para empezar, me gustó muchísimo la acogida y esa merienda para empezar el encuentro.

Después me impresionó la música en directo y su buena interpretación así como la representación sobre esos ejemplos de mujeres fuertes y valientes que fueron más allá de los límites que les imponían para seguir aquello que les dictaba su fe y sus principios.

Me dieron paz las reflexiones y exhortaciones sobre nuestro papel en la vida y en la Iglesia así como sobre todo lo bueno que Dios ha depositado en nuestras manos para mejorar el mundo a través de nuestro “ser mujer”.

También reflexionar sobre mi vida y como se dijo, descubrir que Dios, a través de las circunstancias de cada una, nos quiere hacer madurar, nos quiera hacer crecer en santidad.

Pero lo que realmente ha transformado mi corazón (hasta un punto que no podría expresaros en estas líneas) fue esa cuerda con un nudo físico pero también simbólico que podríamos desatar después de la confesión.

Me restauró la charla con el confesor y poder soltar mis nudos (aquellos que me impiden ser verdaderamente libre y feliz). Me reconfortó que el sacerdote me hiciese imaginar que, mientras me daba la absolución, Jesús me perdonaba abrazándome fuerte junto a su pecho.

Iba sin expectativas y con mucha incertidumbre. Sin embargo, el encuentro del sábado me hizo mucho, muchísimo bien. Volví a mi pueblo más ligera, más alegre, más firme y con una nueva perspectiva que aún no sé hasta qué punto hará cambiar muchas cosas en mí.

Por todo ello quiero dar las gracias a todos los que lo habéis hecho posible. Que Dios os bendiga para que podáis seguir siendo instrumentos de tantos milagros de Amor.

Un abrazo.

 Mayte (Madridejos)